sábado, 21 de septiembre de 2013

La enseñanza pública

        La enseñanza pública puede y debe ser la mejor que se imparta en España.
       Este postulado puede parecer simplemente el sueño de un visionario. Es posible. Pero para que deje de ser un sueño, para que el sueño tome una dirección hacia la realidad hace falta que se pongan en marcha distintos factores.
       En primer lugar, hemos de ser conscientes de que tiempo atrás el prestigio de la "pública" estaba muy por encima de cualquier titulación privada. Después, en algún recodo del camino, el prestigio de la enseñanza pública se quedó olvidado. Pero se puede volver a encontrar.
       En segundo lugar, el cuerpo de profesores que imparten enseñanza en la "pública" es el que ha pasado por más pruebas de selección. Se sobreentiende que es el más preparado. ¿Qué es, entonces, lo que falta? Probablemente sea la convicción de que se puede hacer un trabajo que tienda a la excelencia y el entusiasmo por hacerlo. ¿Puede el profesorado recobrar este entusiasmo y esta convicción? La respuesta es sí.
      En tercer lugar, desde los centros públicos tenemos que convencer a los ciudadanos, que son los padres de nuestros alumnos, de que la enseñanza que ofrecemos es la mejor. Esto se hará posible si los profesores estamos convencidos de ello y si nuestro trabajo es impecable.
    En último lugar, es necesario que las administraciones proporcionen a sus centros de los recursos necesarios para llevar a cabo su trabajo. Probablemente, los profesores tengamos que convencer a las administraciones de que merece la pena confiar en nosotros porque, sinceramente, creo que ellas también han perdido la convicción de que la enseñanza publica es la ideal.
       El asunto de los recursos que necesita la enseñanza pública es digno de mención. Está claro que sin los recursos materiales y humanos imprescindibles, un centro educativo no puede llevar adelante su tarea educativa. Pero de esto, que es una realidad, a creer que la sobredotación de recursos supone un incremento en la mejora de la enseñanza va un trecho. Los años en que la escuela publica ha estado más dotada, y me refiero a un pasado inmediato, han sido los que han dado unos resultado más bajos en los conocimientos adquiridos por nuestros alumnos. No es la abundancia de recursos lo importante, sino su calidad.
      Los docentes tenemos mucho que exigir a las administraciones. Tenemos que exigir calidad en los nuevos profesores para poder dar calidad a los alumnos. Tenemos que exigir coherencia en el sistema educativo para poder ser coherentes en las clases. Tenemos que exigir confianza en nuestro trabajo para poder confiar nosotros mismos en lo que hacemos. Y para poder lograr todas estas exigencia tenemos que luchar cada día. Pero la lucha del docente no puede ni debe ser dejar de dar clase. Cada día que se deja de dar clase se pone un guijarro más en los cimientos del totalitarismo. Porque no hay nada más proclive al totalitarismo que la incultura.
       La verdadera lucha de los profesores de la "pública"
está en proporcionar a sus alumnos una enseñanza que sea la envidia de cualquier centro privado.
      Quizá llegue un día en que se nos recrimine desde las distintas instancias oficiales que estamos quitando alumnado a la enseñanza privada. A eso debemos tender y por eso tenemos que luchar... porque se puede.